Para estar en amistad con Dios.
Lucas 10:27
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
La obra que inició Cristo en cada persona ÉL la terminará, y si estamos dispuestos a colaborar con ÉL, estaremos esforzándonos para que su poder nos perfeccione, examinándonos continuamente y poder ver a Cristo reflejado en nosotros. Gálatas 6: 1 – 10.
¿Cómo podemos colaborar con ÉL? Esforzándonos en todo momento, tener comunión con ÉL, en oración y ayuno, en la lectura de la palabra, congregándonos, predicando, llevando las buenas nuevas de salvación a toda criatura; esto es, ser perseverantes en la relación con Dios.
Así como Cristo fue engendrado en el Espíritu a través de una mujer; también quien es salvo, debe ser engendrado del Espíritu con el nuevo nacimiento en el espíritu y ser hechos hijos de Dios; al ser injertados en Dios, en el buen olivo, Él comienza su obra en nuestras vidas con la ayuda de su Santo Espíritu, del ayudador, el Santo paracleto, renovando nuestra mente, conducta y carácter, cada vez buscando ser como Él. Efesios 4:13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
¿En qué consisten los frutos del Espíritu Santo?
Es la obra de Dios en nuestras vidas, nos permite pensar y actuar según la palabra de nuestro creador, nos llena de su amor, del amor de nuestro hacedor, nos hace sensibles a la presencia de Dios y la deseamos, anhelamos estar en su presencia, nos llena de gozo y allí somos transformados. El poder, el fuego de Dios consume todo lo que no glorifica al Padre y nos hace nuevas personas; el encuentro con Dios es regenerador, y somos redimidos, es un trabajo entre Dios y tú, es lo que llamamos tener relación, comunión con Dios, esto es evidente porque eso que vivimos queremos que nuestra familia, amigos, conocidos y todo el mundo entre en el río de su Espíritu; para ello Dios nos habla de los frutos del Espíritu Santo, en el libro de Gálatas 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; Contra tales cosas no hay ley.
*Este fruto pone de manifiesto la abundancia de la savia que pone el Espíritu de Dios en la vida regenerada. La fe, que arraiga firmemente la nueva planta en el terreno abonado y sembrado por la Palabra, permite que brote la nueva vida en Cristo.
Los frutos:
Mansedumbre: Del griego "PRAUTES". Significa: gentileza afabilidad, opuesto a aspereza, mal temperamento, enojo repentino, se refiere a nuestras reacciones con respecto a las demás personas y a Dios. La forma de relacionarme con Dios y con los demás. Aceptar su palabra.
Templanza: Del griego "ENGKATEIA". Significa control de uno mismo, conocido también como "Dominio Propio", es la manifestación del gobierno del amor hacia nosotros mismos. Es la moderación de los apetitos, pasiones y reacciones frente a la carne; es la renovación de nuestra mente, incorporar el dominio propio a nuestras vidas, siendo el Espíritu Santo el que desarrolle éstas capacidades o dones para aplicarlo en todo lo que se refiere a nuestro espíritu, alma y cuerpo, de la manera que alimentemos nuestra alma vamos a obrar o reaccionar ante las diferentes situaciones que se nos presentan en nuestro diario vivir. Se refiere a nuestras reacciones frente a las cosas, las situaciones y las obras del diablo. Es la posición o cómo enfrentamos lo que el mundo ofrece.
De alguna manera podríamos pensar que nos estamos absteniendo de satisfacernos de lograr u obtener todas aquellas cosas que deseamos y en algún modo es cierto, nos enfrentamos al mundo en donde todo lo que anhelamos, no del todo está bien, es como si fuéramos al supermercado en el nos encontramos con un sinnúmero de productos, provisiones para nuestra supervivencia diaria, pero tengamos en cuenta que una vez llegamos allí, vamos tomando aquellas cosas que conocemos que hacen bien a nuestro organismo a nuestras vidas, se nos ofrecen todas las marcas y de un producto encontramos varios con diferentes composiciones, de allí leemos en sus instrucciones cual nos conviene, el cual es el menos tóxico, el que nos hallan recomendado o si hemos leído o escuchado que es el menos dañino.
Vemos, que actualmente que tratamos de regresar a los productos orgánicos producidos por la tierra, cuidados y almacenados lo más naturalmente posible para que no sea tan nocivos entre todo lo que compramos, aunque procuramos llevar lo más saludable hay cosas que, aunque sabemos que no son tan saludables continuamos comprándolo, no compramos todo, hay cosas que obviamos, en realidad no son indispensables, tratamos comprar lo necesario y un poco más. Con el pasar del tiempo vamos aprendiendo y detectando de lo que consumimos no nos hace tan bien como pensábamos y revisamos, observamos y tomamos la decisión aunque por muchos años o por un tiempo lo hemos comprado, lo deguste, lo consumí; debo conseguir otro producto que me proporcione lo que realmente me hace bien y que lo necesito.
Creo que guardando las proporciones más o menos así, sucede con nuestras pasiones y deseos, dice la palabra todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 1 Corintios 10:23.
Con la instrucción de la palabra, una vez el Espíritu Santo entra a nuestras vidas nos redarguye, nos convence y ya no tenemos que luchar solos o solas con esa situación tenemos la ayuda divina, el Dios suficiente, el cual nos muestra que es lo que a nuestras vidas le hace bien, es una experiencia en la que Dios permite que vivamos cada persona para que entendamos que no "soy yo" quien hace la obra, (no existe un súper poder) y no es que la persona se reprima, no. Es el Espíritu Santo que vive en cada persona, nos da la fortaleza, es a lo que llamamos un encuentro con Dios el cual nos transforma; es imposible estar en la presencia de Dios y no ser transformado, ÉL con su fuego purificador nos libera, alienta, tranquiliza, sana nuestra mente y todo nuestro ser, nos va transformando, renovando, cambiando a su naturaleza divina que también está en nosotros, pues somos hechura suya, y tenemos esa composición en nuestro ser, somos participes de su naturaleza divina, una vez su Espíritu Divino se mezcla, se funde con mi espíritu, somos uno solo y allí en donde somos uno solo con el Padre Eterno; En el libro de los Hechos de los apóstoles, podemos ver hombres y mujeres transformados con el bautismo del Espíritu Santo y su Fuego purificador, en este momento, Dios nos ha ganado con su amor, misericordia, perdón y paciencia ese aspecto en nuestras vidas, pero no todo termina allí, hay muchas cosas que deben ser cambiadas y transformadas, seguimos con ÉL caminando y abandonándonos en ÉL para ser convertidos según la medida de su estatura, hasta que lleguemos a ese varón perfecto que es ÉL. Ésta obra terminará en cada ser humano que se dispone y que reconoce la necesidad de Dios hasta que dormimos como lo dice la escritura, porque los que estamos en Cristo no mueren, duermen y vamos con ÉL a su presencia divina, a las moradas eternas para estar con ÉL en adoración. 1 Tesalonicenses 4:14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con El a los que durmieron en Jesús.
amor:
PARA AMAR NECESITAMOS A DIOS
1 Juan 4
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Jesucristo nació perfecto, sin pecado, para ser el único libertador de almas.
EL CORDERO DE DIOS
Juan 1:29 El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Cristo se hizo hombre para ser nuestro salvador, pagando por nuestos pecados como si fuesen sido de ÉL.
*Nuevo Diccionario bíblico ilustrado