El Carácter de los hombres en los postreros días
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.
Debido a la avaricia, codicia, amor al dinero, amor al yo, el monumento al ego, el ser humano se alejado de Dios y como consecuencia su mente y sus actos lo llevan a desear tener el poder y control de su entorno, el cual que se encuentra en el corazón del ser humano, en la palabra de Dios está escrito Proverbios 4:23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida; el hombre al no alimentar su espíritu, alma y cuerpo en la presencia de Dios con su Palabra, con la ayuda de su Santo Espíritu y querer, disponerse, para ser transformado, de hombre terrenal carnal al hombre terrenal espiritual, se llena de orgullo, rebeldía y altivez; (no por ser espirituales estamos desconectados de lo que sucede en el mundo, al contrario); somos lo que alimentamos en nuestras vidas.
En la palabra Dios nos dice que el pecado está en la humanidad, imposible esconderlo, el pecado está en la humanidad, Romanos 7:20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Está en la persona decidir la parte que alimenta. Espiritual vs. carnal. En muchas ocasiones creemos que escondiendo o no tratarlo, hablarlo, confesarlo el pecado se soluciona solo, pero no, es necesario reconocer la verdad, que Dios nos habla, que nos dice que somos pecadores, a sincerarnos y disponernos para ser cambiados y transformados, una vez llega el Reino de Dios a la humanidad, debemos despertar y aceptar que es el tiempo de Salvación, es tiempo de redención. Con la ley y los profetas, entre ellos Juan el Bautista se comenzó a predicar las buenas nuevas de Salvación, diciendo: arrepentíos el Reino de Dios se ha acercado; también es lo que pedimos en oración en el momento que oramos a Dios que se haga su voluntad y que venga su Reino, pedimos a Dios que venga su reino, que se haga su voluntad, ¿cómo conocemos la voluntad de Dios? Leyendo las escrituras, en ella está contenida la voluntad del Dios, a quien dirigimos las oraciones y pedimos dirección.
Existe la otra parte de la humanidad, del hombre que está alejado de Dios, quien no tiene relación con Dios y prefiere ser dirigido o enseñado por enseñanzas de hombres, fábulas como lo dice la Palabra. Se puede creer que se vive en libertad, pero en ese caso se es esclavo del pecado; es importante anotar que Dios no odia al pecador ÉL ama al pecador, quiere que corrijamos y sigamos con ÉL, lo que el detesta es al pecado, lo que quiere es que tengamos la intención, la decisión y la convicción que detectamos nuestras debilidades y que queremos trabajar en nuestro crecimiento espiritual. A Dios no le podemos mentir, ÉL conoce la intención, los anhelos de nuestros corazones, los más íntimos pensamientos, los secretos escondidos, es un experto porque nos hizo, es nuestro fabricante, es nuestro Hacedor, solo ÉL puede hacernos libres de todas aquellas cosas que nos separa de ÉL, el pecado. Altercar con Dios es no amarnos. Si no nos amamos no podemos amar, la persona se inhabilita para amar, es donde dice la palabra que del corazón nacen las guerras, el odio y el rencor, quiere decir que el desamor es la ausencia de Dios, no quiere decir que el creyente en Dios no tiene momentos que conoce de estos sentimientos, le sucede a todo ser humano, es en Dios, en la comunión con ÉL que nos libera y nos llena de su perdón y a la vez nos da un corazón perdonador para habitar en medio de las diversas pruebas y desiertos que tenemos que pasar, no estamos exentos, la protección esta en Dios.
En el trascurrir de la historia podemos darnos cuenta que el reconocimiento, el aplauso es el deseo de los hombres de los postreros días, según el libro de Daniel, Dios nos muestra cómo se van desarrollando los gobiernos humanos y en el transcurso de ella han sobresalido varios personajes que son el prototipo de la naturaleza humana que se perfila para el final de los tiempos. Así como existe la semilla de Cristo Jesús, también existe la semilla de su contrario; la palabra de Dios dice que el que no es con ÉL, desparrama, esto lo dice Dios.
Dios es Espíritu, envío a su unigénito a habitar en el mundo para conquistar con su Espíritu lo terrenal. En los cielos donde ÉL habita existe un diseño celestial de todo lo creado, lo que vemos, lo que palpamos, quiere decir que antes de que exista en lo material ÉL ya lo creó, lo que es, ya existió su obra su Ministerio.
En el libro de Eclesiastés 3: 1, Dios a través del Rey Salomón nos dice: todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. También en Marcos 1:15 diciendo El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.
Al hablar del tiempo nos demuestra que en sus manos están nuestros tiempos, que ÉL es quien tiene el manejo de lo que sucede en medio del desorden, todo está en sus manos, dice también las escrituras que arriba de un gobernante hay otro mayor que él y que ÉL está sobre las alturas. Hay uno más alto y fuerte que tú.
Daniel 2:20-23Reina-Valera 1960
20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
21 El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.