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Mateo 11:29.

La Mansedumbre


Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas.

En su ministerio Jesucristo tiene en su Espíritu, que es el Espíritu de Dios, el Espíritu de mansedumbre, sus enseñanzas las transmite a todos porque estuvo entre nosotros, puede comprendernos, pasó por todo lo que vive un ser humano aquí en la tierra. Todo lo sabe y conoce nuestras debilidades, el desierto en nuestras vidas y de qué tenemos necesidad.

Clamar en oración a nuestro Dios en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo pidiendo ser perdonados, protegidos y que nos dé dirección, es la oración donde nos mostramos a ÉL, tal y como somos, frágiles, atribulados y en plena dependencia de ÉL, llevando su yugo.

En su definición la mansedumbre, es la calidad de manso. Docilidad y suavidad que se muestra en el carácter o se manifiesta en el trato. Significa aquella disposición tranquila, equilibrada en Espíritu. Que mantiene las emociones bajo control. No se refiere a una persona débil o tonta; sino a la que posee la cualidad de perdonar injusticias, corregir sus faltas y gobernar bien su propio espíritu. La mansedumbre es autocontrol; es ser sabio para manejar el poder, la autoridad delegados y también sus emociones aún cuando está bajo presión. Contrario a lo que pudiéramos pensar la mansedumbre lleva a la autoridad.

La mansedumbre en la vida de un creyente en Jesucristo o vida cristiana: Es la manifestación de un fruto del espíritu suministrado a través del Espíritu santo de Dios a las personas que deciden reconocerlo como su Señor y Salvador, se recibe del Espíritu de Dios al espíritu humano, no es una competencia humana, es una capacidad Divina, Él nos hace competentes para su obra, para su propósito en cada persona.

No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios. 2 Corintios 3:5.

Es un fruto del Espíritu Santo, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:23. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Gálatas 6:1.

Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Números 12:3.

Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas. Eclesiastés 10:4.

Entre los frutos del Espíritu Santo la mansedumbre transforma nuestra alma permitiendo que sea Dios quien tome nuestros asuntos, para que quien ha recibido el espíritu de mansedumbre se rinda a Dios, su palabra nos enseña que contra tales frutos no hay ley pues es el espíritu quien actúa en el ser. En la relación con Dios nos renueva para vivir en el espíritu.

La mansedumbre es aquella serenidad de espíritu pacífica y humilde, en virtud de la cual el hombre no se deja arrebatar fácilmente de la cólera con motivo de las faltas o el enojo de los demás.

Aprended de mí, Cristo es nuestro modelo, es en sus enseñanzas, reflexionando, observando cómo se relacionó con Dios y con la humanidad, que logramos que su semejanza, que su palabra se haga rema en nuestras vidas. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Gálatas 5:14.

Definición de Humildad: es una virtud humana atribuida a quien ha desarrollado conciencia de sus propias limitaciones y debilidades, y obra en consecuencia. Como tal, la palabra proviene del latín humilitas, humilitais. La humildad es un valor opuesto a la soberbia. Es una cualidad humana independiente de la posición económica o social, es también la actitud de quien se somete o rinde a la autoridad de una instancia superior. En la vida de un creyente, la sumisión está asociada al temor de Dios ante su superioridad y perfección, y en plena conciencia de que ha sido Él quien nos ha concedido la gracia de la existencia. Más tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. 1 Timoteo 6:11.

Hallareis descanso para vuestras almas: este descanso consiste en la convicción en la persona de saber que existe Dios, confianza, fé y que Él es fiel y justo para perdonar nuestras faltas, pecados, iniquidades, que no descansa, que Él vive, que es el Dios en quien podemos confiar, no existe otro Dios como ÉL, es el Dios vivo.

Dice en su palabra y en la oración que hizo Jesús por sus discípulos que Él no pide al Padre eterno que nos quite del mundo sino que nos guarde del mal. Juan17: 1 – 26. Porque estamos en el mundo como ovejas en medio de lobos, pero Él dice que confiemos que Él ha vencido el mundo. También que venzamos el mal con el bien, que está con nosotros hasta el fin de los tiempos hasta su venida. Es confiar en su palabra y entender que Él es soberano, nuestro creador.

Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. Proverbios 16:32.

Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Santiago 3: 7-13.

Dios mora con un espíritu de este linaje y le concede bendiciones especiales.

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. Isaías 57:15-16.

Benditos los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5.

El Espíritu de mansedumbre nos permite relacionarnos de manera que podamos evangelizar, tener amor por las almas, amar al prójimo, llevar la palabra de la buena voluntad primeramente para nuestra vida, para la familia, nuestra parentela, conocidos y a donde nos lleve el Espíritu de Dios a anunciar el evangelio. Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. 1 Corintios 9:19.

Muestra de la mansedumbre de Dios, es que nos ama y porque nos ama nos disciplina, exhorta, nos enseña, es paciente, es lento para la ira y grande en misericordia, perdona nuestras injusticias, habita entre su creación también para sanarnos, liberarnos y guiarnos con su palabra y Espíritu a tierra de rectitud. Es quien nos bendice, no busca nuestro mal, Él es la bendición, es el reposo de nuestras almas. Es con su amor incondicional, el amor ágape que nos quiere demostrar que alejados de Él nada somos, pero primero nos atrae con su amor, su misericordia para habitar bajo sus alas; es opción del ser humano aceptar su gracia que es gratuita para todos. Bendición es la vida en abundancia, esto no quiere decir que no tendremos problemas, no. si habrán problemas pero ÉL nos ayudará, restaurará, sanará y rescatará de las tribulaciones, bendición es que nuestros nombres estén inscritos en el libro de la vida, la vida eterna.

El amor es el mayor fruto, es a través de él que Dios nos transforma.

¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre? 1 Corintios 4:21.

En nuestra vida nueva en Cristo, como parte de su nueva creación habiendo renovado nuestra manera de vivir, nos exhorta. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; Colosenses 3:12. Es un Fruto de la bondad Divina.

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